Es una historia de planificación urbana deliberada, cambios culturales y un compromiso conla vida sostenible. La transformación comenzó en los años setenta, una época marcada por el aumento del tráfico rodado y de las muertes en carretera. Esto impulsó movimientos de base, sobre todo la campaña "Stop de Kindermoord", que ponía de relieve los peligros que suponían los coches para los niños y abogaba por calles más seguras. El gobierno holandés respondió con políticas que favorecían la infraestructura ciclista, creando amplias redes de carriles bici, calles de tráfico calmado y diseños urbanos favorables a las bicicletas. La ciudad invirtió mucho en infraestructuras ciclistas, como carriles exclusivos para bicicletas, semáforos y amplios aparcamientos. Con el paso de los años, el ciclismo se arraigó profundamente en la cultura local, adoptada por personas de todas las edades y clases sociales. En la actualidad, Ámsterdam cuenta con más bicicletas que habitantes, y más del 60% de los desplazamientos dentro de la ciudad se realizan en bicicleta. Este cambio cultural hacia la prioridad de las bicicletas sobre los coches no sólo ha reducido la congestión del tráfico y la contaminación, sino que también ha fomentado un sentido de comunidad y ha contribuido a la habitabilidad de la ciudad. El éxito de Ámsterdam sirve de modelo para las ciudades de todo el mundo que quieren promover la movilidad urbana sostenible.